Cuarentoñeros
He llegado a la edad del número
que calzo. Miro hacia atrás, miro también al espejo y me pregunto: ¿Quién me ha
hecho esto?. Sigo siendo mentalmente un niñato de 20 años, me llama una buena
juerga y un buen concierto, digo los tacos de siempre y sin embargo hay un
enano por ahí que me echa cubos de tiempo mientras duermo y me ha convertido en
el tipo que se mira en el espejo. Mi vida me da algunas claves, trabajo
semiestable para cómo está la cosa, casado con hijos y con hipoteca pero sigue
habiendo algo que no me cuadra. Soy un tipo responsable, un pilar típico de
esta sociedad y consiguiendo lo que se supone destino fundamental del hombre
medio me repito lo mismo que en el baño y ya sin mirarme al espejo: ¿Quién me
ha hecho esto?. No dejo de sentirme culpable de preguntarme algo tan incorrecto
y mientras busco las respuestas y la calma me siguen cayendo años en ceremonias
anuales que cada vez espero terminen antes.
En fin, alguno de los que lean
esto entenderán algo de lo que digo. Expongo los problemas típicos de esta edad
y las situaciones que le circundan: Curro, jefes, niños, esa conciliación y
reparto de roles que nos tiene agotados a ambos sexos mientras nos preguntamos
si no hemos hecho algo mal respecto a la generación de nuestros ancestros y la
reorientación del papel de cada género. Los que no han llegado a este ecuador
de la vida donde se cuece el bacalao que nos vamos a comer en este nuestro paso
por la vida, los que felizmente no lo han experimentado o no se acuerdan pueden
saltarse la sección. A los demás les cito periódicamente con chascarrillos
varios más o menos característicos de este fragmento vital para que llegado el
caso formulen sus aportaciones.
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